sust. masc.
1) Librito manuscrito de cierta antigüedad y de importancia histórica y literaria. En sentido estricto se dice de estos libros cuando son anteriores a la invención de la imprenta.
2) Liturgia. Parte del misal y del breviario que contiene los oficios concedidos a una diócesis o corporación particularmente.
3) Historia. Los códices se generalizaron a partir de mediados del siglo de nuestra Era. Las hojas, que se escribían por ambas caras, era de papiro o de pergamino, acabando éste por imponerse, debido, entre otras ventajas, a su mayor flexibilidad. Los copistas de tales obras eran, por lo general, esclavos, pero después del siglo III se hacían las copias por monjes y eclesiásticos. En la mayor parte de los conventos existía un local apropiado, en el que se trascribían los códices al dictado. Los códices se escribían antes de encuadernarse, y se dejaban para el final las viñetas, letras de adorno e iluminación. Se cosían después, y por último, se ponían las tapas, generalmente de madera cubierta con cuero. Se dividían en varias clases, según la materia de que trataban "Códices de Santos Padres" se llamaba a los que contenían moral, dogmas y apologética escritos por ellos mismos; "históricos", a los cronicones, a las necrologías, y a todos los relativos a la vida civil y eclesiástica; "hagiógrafos" a los que contenían la vida de los Santo y las actas de los mártires de la Iglesia; "Biblias", a aquellos en que se leía el Antiguo o Nuevo Testamento, etc. También se da el nombre de códices a unas largas hojas de una especie de papel-tela, fabricado en dos por Hernán Cortés al rey Carlos I. Existen dos clases o grupos: De la América septentrional, y de la América Central. De los primeros no se ha interpretado completamente la escritura; los segundos, son rituales religiosos y astrológicos.